miércoles, 2 de enero de 2008

EL BAÑO DE LA CAVA

A MI MASCOTA LE HE PILLADO UNA COSA ESTA TARDE. A VER QUE OS PARECE:

Si alguna vez has sido emigrante, si en algún momento de tu vida, las circunstancias de la misma te llevaron lejos de la tierra donde abriste los ojos por primera vez, lejos de tu familia, de tus recuerdos (buenos y malos), de los olores y sabores que te envolvieron mientras te hacías hombre o mujer…….¡Ay, mi querido lector! , si tú eres de esos, estarás de acuerdo conmigo, en que aquéllos que no experimentaron nunca esa privación, jamás podrán sentir lo mismo que tú y que yo cuando nos reencontramos con todo aquello.

Me considero un emigrante de “medio pelo”, tampoco voy a decir otra cosa, ni la distancia ni las facilidades de transporte me convierten en un expatriado forzoso, no obstante , puedo decir que cuando vuelvo por mi tierra y más si es después de largos períodos de tiempo, me fijo más en cosas que antes me eran indiferentes , me preocupo más por conocer y profundizar en sus gentes, costumbres y porqué no , tradiciones. Los olores y los colores son distintos del sitio del que vienes y por eso abres más tus pulmones y tus ojos , para dejarte impregnar y revitalizar por las sensaciones que ,estoy seguro, fueron las mismas al nacer.

Por suerte , tengo mis orígenes, en una de las ciudades más encantadoras del mundo. Por su historia, por su riqueza cultural , misterio y tradición Toledo es una de las joyas más preciadas y reconocidas ; visitada por cientos de miles de turistas al año y tremendamente olvidada y poco conocida por los que a diario tienen la suerte de tenerla cerca (supongo que eso mismo les pasa a gran parte de los mortales).

Pues bien, tras esta pequeña introducción, quisiera contarles algo que me pasó hace unos días paseando por mi vieja ciudad. Como si fuera uno de tantos turistas , me puse las zapatillas de deporte y me abrigué bien , pues ya caía la tarde y me puse a callejear y a pasear por la zona del Circo Romano. Circundé el Cristo de la Vega y al llegar al Tajo, dejé su curso a la derecha para bordear la ribera del río. Nada más pasar debajo del engendro del nuevo Puente de San Martín, te encuentras con una bella postal de la Ciudad Imperial: Al fondo el puente romano de San Martín, que separa la ciudad monumental de los llamados cigarrales, en primer plano el torreón y zona llamada El Baño de la Cava, , divisándose por encima de la zona de la muralla los pináculos de San Juan de los Reyes y construcciones del casco antiguo.



Me propuse hacer un alto en el camino y recrearme en ese paraje. Es una zona donde las aguas del Tajo, merced al recodo anterior al Puente Romano, bajan tranquilas y allí , como si fuera un vigía perpetuo, al pie del río te encuentras un torreón en forma de prisma rectangular. Se puede acceder a su interior a través de una estrecha y empinada escalera de dos tramos dispuestos en ángulo recto . Después de 44 escalones te encuentras en la zona superior del torreón , una terraza plana bordeada por un muro a modo de bordillo. ¡Buen momento para sentarse a contemplar y admirar los alrededores desde esta atalaya y , por qué no , para echar un cigarrito!.


Me senté tranquilamente y cuando encendía el cigarrillo me sobresalté al escuchar a mi derecha: LE IMPORTARÍA DARME UNO POR FAVOR, al girarme me encontré a un hombre de unos 60 años aproximadamente, alto y de complexión fuerte. Su cabello era corto y blanco y lucía una barba recortada. Vestía un abrigo largo de color negro y protegía su cuello con una bufanda de color rojo. DISCULPE SI LE HE ASUSTADO, dijo al ver mi reacción, al mismo tiempo que extendió su mano para aceptar el cigarrillo.

LA VERDAD ES QUE UN POCO SI , le dije, NO ESPERABA ENCONTRARME A NADIE POR AQUÍ. A ESTAS HORAS LOS TURISTAS NO SUELEN BAJAR, POR ESO ME ACERQUÉ A ECHAR UN RATO.

LA VERDAD ES QUE ES EL MEJOR MOMENTO DEL DÍA SI UNO QUIERE ESTAR A SOLAS CON SUS PENSAMIENTOS Y DISFRUTAR DEL PAISAJE ¿VIENE A MENUDO POR AQUÍ?, me preguntó.

NO, LA VERDAD ES QUE CREO QUE ES LA SEGUNDA VEZ EN MI VIDA QUE SUBO AQUÍ. AHORA VIVO FUERA Y APROVECHANDO QUE ESTOY DE VACACIONES HE QUERIDO DARME UN PASEO POR EL CASCO ANTIGUO.

¿USTED CONOCE LA HISTORIA DEL BAÑO DE LA CAVA?, me preguntó. BUENO, ALGO HE OÍDO DE LA LEYENDA, BUENO UNA DE TANTAS QUE EXISTEN EN TOLEDO ¿NO?, contesté.

El hombre se sentó en el bordillo y mirando al frente, como divisando un horizonte imaginario allí en las lomas de un cigarral me contestó: LAS LEYENDAS SE FORJAN A TRAVÉS DE LOS TIEMPOS, SOBRE HECHOS HISTÓRICOS , PERSONAJES NOTABLES Y ÉPOCAS REMOTAS. EL PUEBLO MITIFICA Y ADORNA TODO ESTO CON ELEMENTOS MÁGICOS , AMORES DESGRACIADOS Y TRAGEDIAS QUE UNA VEZ QUE HAN IDO PASANDO DE BOCA EN BOCA, DE GENERACIÓN EN GENERACIÓN HAN LLEGADO A NOSOTROS CON LAS DISTORSIONES Y MODIFICACIONES LÓGICAS…PERO…¿USTED SABE QUE GRADO DE ALTERACIÓN, INVENCIÓN O FANTASÍA NOS TRASLADAN LO QUE USTED LLAMA LEYENDAS?. ¿CUANTO DE VERDAD, CUANTO DE REAL, CUANTO DE LÓGICO?... … ¿ME PODRÍA DAR OTRO CIGARRO?, le ofrecí el segundo pitillo y comenzó a fumar..

Pues ha de saber usted que sobre estos muros, bajo estas lomas , en estas riberas y frente a este agua que usted está contemplando se originó el fin de un reino y la ocupación durante ocho siglos de esta tierra por los infieles venidos de los desiertos africanos.

Allá por el año 710 reinaba en estas tierras , hoy conocidas como España, el Rey Don Rodrigo, que tras luchas intestinas sustituyó al anterior, Witiza. Don Rodrigo tenía su residencia ahí arriba, frente a San Juan de los Reyes, en un palacio-alcázar que hoy ya no existe. Por aquel entonces mantenía una buena relación con el conde Don Julián, Gobernador de Ceuta, el cual le pidió como gran favor, acoger a su hija Florinda en la corte pues en la fortaleza africana se estaba asfixiando de pena y tristeza tras la muerte de su madre. En la corte toledana podría convivir con damas de su edad y concertar un conveniente matrimonio.

Florinda vino a vivir a Toledo y no tardó en deslumbrar al joven rey por su belleza, encanto y alegría. Cada tarde, con la llegada del buen tiempo, bajaba junto a sus doncellas a tomar el sol y bañarse aquí, donde nos encontramos. Pero Don Rodrigo desde las terrazas de su palacio , permanecía contemplando la dorada melena, el sugerente cuerpo y los juegos de la adolescente en las aguas del Tajo. No tardó en comprobar que la joven también sentía atracción por él y acabaron sucumbiendo al torbellino implacable de la pasión y el amor.

Vivieron días de locura y no hacían nada por ocultar tal situación. Lamentablemente las envidias y las venganzas se manifestaron en forma de un emisario que , en viaje oficial a Ceuta, refirió al padre de Florinda el romance con todo lujo de detalles.

Tal fue la ira y el despecho que originó en Don Julián que conspiró con el gobernador de Tánger Tariq ibn Ziyad y facilitó la entrada de sus huestes de bereberes en la península.

En el mismo sitio que estamos ahora , Don Rodrigo se despidió de Florinda prometiéndola que una vez derrotados los moros volvería junto a ella y contemplarían las puestas de Sol desde esta atalaya todos los días de su vida. Después de un beso apasionado montó su corcél Orelia y partió al encuentro del moro invasor.

En la batalla de Guadalete el ejército visigodo de D. Rodrigo fue aplastado y con ello comenzaba el dominio musulmán en la península. Entre los muertos quedó mal herido Don Rodrigo y milagrosamente fue ignorado por los moros , a duras penas pudo escapar, pero la gravedad de sus heridas le impidieron viajar durante mucho tiempo.

Mientras tanto en Toledo, Florinda bajaba cada día aquí y rezaba por la vuelta de su amado hasta que un día llegó hasta ella la noticia de la derrota de D. Rodrigo. Unos meses después cuando los moros entraron en Toledo, Florinda rota de dolor y amargura, culpándose de la pérdida de su tierra y de su amor desde aquí se arrojó a las aguas del Tajo y desapareció para siempre.

Al cabo de unos meses, D. Rodrigo, llegó a Toledo, harapiento , desnutrido y roto , nadie le hubiera conocido. Durante tres noches bajó aquí con la esperanza de encontrar a su Florinda , pero nunca apareció. La cuarta noche una viejecita que bajaba a lavar la ropa le contó lo sucedido, que Florinda La Cava, se había arrojado al río y durante toda la noche lloró por la pérdida de su tierra y por la pérdida de su amor. Al amanecer se fue y nunca nadie más supo de D. Rodrigo……..

Ya era prácticamente de noche y en ese momento me pareció ver deslizarse por la mejilla del hombre una lágrima que rodó hasta caer en las aguas tranquilas y oscuras del río , me pareció extraño o quizá un efecto óptico, pero a media que crecía comprobé que era real , un pequeño remolino se formó en el lugar que cayó la lagrima y de las profundidades del río pude ver una luz blanca ténue que lentamente se apagó al mismo tiempo que las aguas volvían a estar tranquilas. ¿HA VISTO USTED ESO?, me volví para preguntar al hombre…….pero……allí ya no había nadie …el extraño cuentacuentos había desaparecido y allí , justo en el mismo lugar que se había sentado había dos cigarrillos intactos que juraría , antes no estaban allí. Era ya de noche, cogí uno y me lo fumé y el otro lo guardé para más tarde y me fuí .pensando……. ¡Ay, este perdió su país por una mujer y lloró! Y 800 años después otro lloró como una mujer lo que no supo defender como hombre! ¡Paradojas!

Les aseguro que estúve tentado de volver allí el día siguiente, pero….¡para qué!, seguramente el hombre recordó que tenía un paquete de tabaco y dejó dos cigarros allí al parecerle descortés pedirle a un desconocido, seguramente el efecto óptico del agua fue causa de algún material fosforescente vertido en el río, ….si, será…. eso …….¿o quizá no?...... ¿no le prometió que verían juntos todas las puestas de Sol?......

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